—¿No está prohibida la acampada? —le pregunté.
—Sí, pero los griegos son permisivos y no ponen inconvenientes.
—Claro. Con lo poco que les gusta cumplir las normas a ellos mismos, no pueden ser estrictos con los demás.
A la hora de colocar mis cosas en el reducido espacio del que disponía la canoa, rechacé dejar bebida o comida a mano para tomar mientras estuviese en el agua. Había confirmado por diversas fuentes que desde la punta norte de Kalymnos era complicado pero posible llegar a pie hasta los senderos y carreteras del sur. Eso significaba que la travesía sería solamente de unos cuatro kilómetros, distancia que se puede cubrir sin necesidad de avituallamiento.
El objetivo de Pavel era llegar a una cala de Kalymnos a nueve kilómetros de Ksirokampos y me invitaba a ir con él, pero yo prefería una travesía corta. Estas son las dos grandes islas del Dodecaneso más cercanas entre sí, y prefería reservarme para travesías posteriores. Además, el plan era recorrer a pie Kalymnos entera ese mismo día, y entre unas cosas y otras ya había pasado una parte importante de la mañana.
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